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domingo, 16 de abril de 2017

Efemérides. Kahlil Gibrán


Kahlil Gibrán. Líbano 6 enero 1883 - 10 abril 1931. Familia humilde, segundo de cuatro hermanos.

Kahlil Gibrán, poeta, pintor, novelista y ensayista libanés nacido, en el seno de una familia humilde, segundo de cuatro hermanos, en Bisharri, (Bsharri, Becharre) Líbano, el 6 de enero de 1883 y fallecido el 10 de abril de 1931. Gibran Kahlil también es conocido como el poeta del exilio.  Su muerte se determinó que fue por cirrosis en el hígado y tuberculosis.

Fue, Kahlil Gibrán, uno de los primeros autores que lei. Obras como "El profeta", "El maestro", "El loco"... me acompañaron durante buena parte de mi adolescencia.

Sus obras han sido traducidas a más de veinte idiomas.



Seleccion de poemas


Los Siete Yo (
del libro El Loco)

En la hora más tranquila de la noche,
cuando estaba ya medio dormido, mis siete Yo se sentaron a conversar en voz baja.

Primer YO:
Aquí, en este loco, he vivido todos estos años sin tener otra cosa que hacer sino renovar su dolor durante el día y recrear su tristeza por la noche. No puedo soportar por más tiempo mi destino y me rebelaré.

Segundo YO:
Tu suerte es mejor que la mía, Hermano, porque a mí se me asignó ser el YO alegre de este loco. Yo río su risa y canto sus horas felices y con pies tres veces alados danzo sus más luminosos pensamientos soy yo quien debe rebelarse contra una existencia tan fatigosa.

Tercer YO:
Y qué tendría que decir yo entonces? Yo amoroso, encargado de la antorcha ardiente de pasiones salvajes y fantásticos deseos? Soy yo, el YO enfermo de amor, quien se rebela contra este loco.

Cuarto YO:
Entre todos vosotros, yo soy el más desdichado, porque nada me fue dado sino el abominable odio y el destructivo rencor. Soy yo, el YO tempestuoso, el único nacido en las negras cavernas del infierno quien debería protestar de tener que seguir al servicio de un loco.

Quinto YO:
No, soy yo, el YO pensante, el YO imaginativo, el YO hambriento y sediento, el único condenado a vagar sin descanso en busca de cosas desconocidas y de cosas todavía no creadas. Soy yo y no vosotros el que debe rebelarse.

Sexto YO:
¿Y yo? Soy el yo trabajador, el insignificante obrero que con sus manos pacientes y sus ojos anhelantes transforma los días en imágenes y da a los elementos amorfos formas nuevas y eternas. Soy YO el solitario quien debe rebelarse contra este loco.

Séptimo YO:
Qué extraño es que todos queráis rebelaros contra este hombre por tener cada uno de vosotros un destino determinado que cumplir. ¡Ah, ojala fuera yo como uno de vosotros y tuviera también un YO con un determinado destino! Pero no tengo ninguno.

Soy el YO sin ocupación, el que se sienta en el mudo silencio y vacío espacio que no es espacio y en el tiempo que no es tiempo, mientras vosotros estáis ocupados recreándoos y creando la vida.
 Decidme: ¿Sois vosotros o yo, compañeros, quien debe rebelarse?

Cuando el séptimo YO hubo hablado, los otros seis lo miraron apenados pero no dijeron nada. Y al hacerse la noche más profunda, uno tras otro se fueron a dormir arropados en una nueva y satisfecha resignación.

Pero el séptimo YO permaneció despierto, mirando y atisbando a la “Nada”, que está detrás de todas las cosas…





El amor (del libro El profeta)
Dijo Almitra: Háblanos del Amor.
Y él levantó la cabeza, miró a la gente y una quietud descendió sobre todos. Entonces, dijo con gran voz:
Cuando el amor os llame, seguidlo.
Y cuando su camino sea duro y difícil.
Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos. Aunque la espada entre ellas escondida os hiriera.
Y cuando os hable, creed en él. Aunque su voz destroce vuestros sueños, tal cómo el viento norte devasta los jardines.
Porque, así como el amor os corona, así os crucifica.
Así como os acrece, así os poda.
Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras
más tiernas ramas, que se estremecen bajo el sol, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un
abrazo con la tierra.
Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos.
Os desgarra para desnudaros.
Os cierne, para libraros de vuestras coberturas.
Os pulveriza hasta volveros blancos.
Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles.
Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada
de Dios.
Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón y convertiros,
por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida.
Pero si, en vuestro miedo, buscareis solamente la paz y el placer del amor, entonces, es mejor que cubráis
vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales.
Hacia un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y lloraréis, pero no con todas
vuestras lágrimas.
El amor no da nada más a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo.
El amor no posee ni es poseído.
Porque el amor es suficiente para el amor.
Cuando améis no debéis decir: «Dios está en mi corazón», sino más bien: «Yo estoy en el corazón de Dios.»
Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso.
El amor no tiene otro deseo que el de realizarse.
Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que vuestros deseos sean éstos:
Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche.
Saber del dolor de la demasiada ternura.

Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor. Y sangrar voluntaria y alegremente.
Despertarse al amanecer con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor.
Descansar al mediodía y meditar el éxtasis de amar.
Volver al hogar con gratitud en el atardecer.
Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios.


EL MATRIMONIO (del libro El profeta)


 
Entonces, Almitra habló otra vez: ¿Qué nos diréis sobre el Matrimonio, Maestro?
Y él respondió, diciendo:
Nacisteis juntos y juntos para siempre.
Estaréis juntos cuando las alas blancas de la muerte esparzan vuestros días.
Sí; estaréis juntos aun en la memoria silenciosa de Dios. Pero dejad que haya espacios en vuestra cercanía.
Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros.
Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura.
Que sea, más bien, un mar movible entre las costas de vuestras almas.
Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una sola copa.
Daos el uno al otro de vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.
Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea independiente.
Las cuerdas de un laúd están solas, aunque tiemblen con la misma música.
Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga.
Porque sólo la mano de la Vida puede contener los corazones.
Y estad juntos, pero no demasiado juntos. Porque los pilares del templo están aparte.
Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble.


LOS NIÑOS (del libro El profeta)
Y una mujer que sostenía un niño contra su seno pidió:
Háblanos de los niños.
Y él dijo:
Vuestros hijos no son hijos vuestros.
Son los hijos y las hijas de la Vida, deseosa de sí misma.
Vienen a través vuestro, pero no vienen de vosotros.
Y, aunque están con vosotros, no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos.
Porque ellos tienen sus propios pensamientos.
Podéis albergar sus cuerpos, pero no sus almas.
Porque sus almas habitan en la casa del mañana que vosotros no podéis visitar, ni siquiera en sueños.
Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no busquéis el hacerlos como vosotros.
Porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer. Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos,
como flechas vivientes, son impulsados hacia delante.
El Arquero ve el blanco en la senda del infinito y os doblega con Su poder para que Su flecha vaya veloz y lejana. Dejad, alegremente, que la mano del Arquero os doblegue. Porque, así como Él ama la flecha que vuela, así ama también el arco, que es estable



LA LIBERTAD (del libro El profeta)
Y un orador dijo: Háblanos de la Libertad.
Y él respondió:
A las puertas de la ciudad y a la lumbre de vuestro hogar yo os he visto postraros y adorar vuestra propia libertad.
Así como los esclavos se humillan ante un tirano y lo alaban aun cuando los mata.
¡Ay! En el jardín del templo y a la sombra de la ciudadela he visto a los más libres de vosotros usar su libertad como un yugo y un dogal.
Y mi corazón sangró en mi pecho porque sólo podéis ser libres cuando aun el deseo de perseguir la libertad sea un arnés para vosotros y cuando dejéis de hablar de la libertad como una meta y una realización.
Seréis, en verdad, libres, no cuando vuestros días estén libres de cuidado ni vuestras noches de necesidad y pena. Sino, más bien, cuando esas cosas rodeen vuestra vida y, sin embargo, os elevéis sobre ellas desnudos y sin ataduras. Y, ¿cómo os elevaréis más allá de vuestros días y vuestras noches a menos que rompáis las cadenas que, en el amanecer de vuestro entendimiento, atasteis alrededor de vuestro mediodía?

En verdad, eso que llamáis libertad es la más fuerte de esas cadenas, a pesar de que sus eslabones brillen al sol y deslumbren vuestros ojos.
¿Y qué sino fragmentos de vuestro propio yo desecharéis para poder ser libres?
Si es una ley injusta la que deseáis abolir, esa ley fue escrita con vuestra propia mano sobre vuestra propia frente.
No podéis borrarla quemando vuestros Códigos ni lavando la frente de vuestros jueces, aunque vaciéis el mar sobre ella.
Y, si es un déspota el que queréis destronar, ved primero que su trono, erigido dentro de vosotros, sea destruido.
Porque, ¿cómo puede un tirano mandar a los libres y a los dignos sino a través de una tiranía en su propia libertad y una vergüenza en su propio orgullo?
Y si es una pena lo que queréis desechar, esa pena fue escogida por vosotros más que impuesta a vosotros.
Y si es un miedo el que queréis disipar, la sede de ese miedo está en vuestro corazón y no en la mano del ser temido. En verdad, todas las cosas se mueven en vosotros como luces y sombras apareadas.
Y, cuando la sombra se desvanece y no existe más, la luz que queda se convierte en sombra en otra luz.
Y, así, vuestra libertad, cuando pierde sus grillos, se convierte ella misma en el grillo de una libertad mayor.

---Derrota (Khalil Gibran)

Derrota, mi derrota, mi soledad y mi aislamiento:
 para mí eres más valiosa que mil triunfos,
 y más dulce para mi corazón que toda la gloria
 mundanal.
 Derrota, mi derrota, mi conocimiento de mí mismo
 y mi desafío,
 tú me has enseñado que aún soy joven y de pies ligeros.
 Ya no me dejaré engañar por laureles vanos.
 Y en tí he hallado la dicha de estar solo.
 Y la alegría de ser alejado y despreciado.
 Derrota, mi derrota, mi fulgurante espada y mi
 escudo:
 que ser entronizado es ser esclavizado.
 Y que ser comprendido es ser derribado
 Y que ser apresado es llegar a la propia madurez.
 Y como un fruto maduro, caer y ser objeto de
 consumo.
 Derrota, mi derrota, mi audaz compañera:
 oirás mis cantos, mis gritos y silencios
 y nadie más que tú me hablará del batir de las alas,
 de la impetuosidad de los mares
 y de las montañas que arden en la noche,
 y sólo tú escalarás mi inclinada y rocosa alma.
 Derrota, mi derrota, mi valor indómito, inmortal,
 tú y yo reiremos juntos con la tormenta,
 y juntos cavaremos tumbas para todo lo que muere en nosotros,
 y hemos de erguirnos al sol, como una sola
 voluntad, y seremos peligrosos.




Bibliografía:
La música (1905)
Alas rotas (1912)
Lágrimas y sonrisas (1914)
La procesión (1918)
El loco (1918)
Los cortejos (1919).
La tempestad (Entre noche y día) (1920)
El profeta (1923)
Maravillas y curiosidades (1923).
Lázaro y su amada (1925)
Arena y espuma (1926)
Jesús, el Hijo del Hombre (1928)
El precursor (1929)
Los dioses de la tierra (1931)
Entre noche y día
El jardín del Profeta
El maestro
La voz del maestro

Obras póstumas:
El vagabundo (1932)
Ninfas del valle (1948)
La voz del maestro (1959)
Pensamientos y meditaciones (1961)
Dichos espirituales (1963)
Autorretrato (1960)