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lunes, 1 de febrero de 2021

De Sur a Sur Revista de Poesía y Artes Literarias Febrero 2021 Ya disponible

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De Sur a Sur Revista de Poesía y Artes Literarias #12 Febrero 2021
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De Sur a Sur Revista de Poesía y Artes Literarias




De Sur a Sur Revista de Poesía y Artes Literarias #12 Febrero 2021

 

RESUMEN DEL CONTENIDO

Equipo Editorial
Saludo de Ismael Lorenzo
Editorial. Alonso de Molina
Artículos literarios ◆ Cuento ◆ Narrativa ◆ Microrrelato
Julio González Alonso. España. Dulcinea, el amor y las mujeres 9
Elizabeth Monopoli Acker. Perú. El reciclador 15
Higorca Gómez Carrasco. España. La mariposa negra. 18
Marcela Fonseca. México. Minerva.” 21
Gloria Langle. España. Microrrelatos 23
Libertad González. España. La madreselva 24
La Voz de los Poetas
Mayra R. Encarnación. Puerto Rico 27
Daniel Olivares Viniegra. México. Poema Infinito 29
Marina Centeno. México. Pormenores del prófugo 32
Sol Barrera Santiago. México. Simplemente 37
Ilaria Giovinazzo. Italia. Nosotros los poetas 39
Reseñas. Entrevistas. Ensayos
Allan Clyde Coronel Salazar. Ecuador. Entrevista
Leda García Pérez. Costa Rica. Entrevista
Julián Sanz Escalona. España. Entrevista
El mundo de Nahoko Uehashi. Japón
Los esteros de las mareas. Poesía de Perfecto Herrera
Pedro Cervantes Gallardo. España. Biografía
Ana Gracias Jaureguiberry & Alberto Richieri Streccia
Resistir en Verso Décimas para una pandemia
Roberto Madrigal. Cuba. A manera de prólogo
Ruido de ángeles. Poesía de Julio González Alonso
Las horas mansas de los lirios y La posesión del Ágata
Eventos Literarios
Francisco Sanz Navarro Premio Reinaldo Arenas 2020 de Novela
Día Internacional de la Palabra. Palabras en Libertad
Senderismo Poético 124
Colecciones Poetas de Hoy y Escritores Norte Sur
De Sur a Sur Revista de Poesía y Artes Literarias
Cinco Motivos (5) para leer poesía





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domingo, 26 de marzo de 2017

Miguel Hernández, en el 75 aniverario de su muerte



El 28 de marzo, se cumplió el 75 aniversario de la muerte del poeta Miguel Hernández en la cárcel franquista de Alicante.
 

Miguel Hernández Gilabert nació un 30 de octubre de 1910 en Orihuela, en el lecho de una familia humilde en la que la necesidad laboral apenas dejaba tiempo para la educación. Pero eso no impidió a Miguel desarrollar un exquisito gusto por la poesía clásica española.
 
Un fatídico día 28 de marzo, Miguel Hernández fallecería a la edad de 32 años en Alicante. Corría el año 1942, y España se quedaba sin uno de los mejores dramaturgos de su historia.
 
Desde jovencito, Miguel mostró no sólo una insaciable pasión por la poesía clásica, si no también una sensibilidad especial para ser él mismo quien la compusiera. Pronto empieza a formar parte de la tertulia literaria de Orihuela, donde conoce a Ramón Sijé, de quien se haría gran amigo.
 
A partir de 1930, a la edad de 20 años, empieza a publicar pequeñas poesías cortas en revistas como El pueblo de Orihuela o El Día de Alicante. Pronto busca ampliar sus horizontes y viaja a Madrid, donde se zambullirá de pleno en el movimiento poético de la época. Es en aquellos años cuando escribe Perito en Lunas, donde refleja sus experiencias.

Establecido en Madrid, con continuas colaboraciones en distintas revistas, Miguel Hernández encuentra tiempo para escribir varias obras, entre las que destacan El silbo vulnerable, Imagen de tu huella y El rayo que no cesa.
Cuando estalla la Guerra Civil, Miguel decide tomar parte activa de la misma, lo que le obliga a abandonar el país cuando ésta termina. Por desgracia es descubierto en la frontera con Portugal, donde es detenido y sentenciado a pena de muerte. Y, aunque su condena fue conmutada por una pena de 30 años de prisión, jamás llegó a cumplirla, ya que la tuberculosis acabó con el poeta el 28 de marzo de 1942 en una fría prisión de Alicante.
 

Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!
 

Pablo Neruda




CARTA IMAGINADA DE NAZIM HIKMET, EL TURCO, A MIGUEL HERNÁNDEZ, EL ESPAÑOL.
 
Camarada Miguel: ¿Qué bálsamo desprenden los álamos de España?
¿Cuál es la dimensión de sus raíces?, ¿Te deja sin resuello su fragancia?
¿Cómo es la historia en las calles de España? ¿Se presume, Miguel?
¿Puede uno comprenderla cuando pasea al mediodía?

Y los niños, Miguel, ¿sonríen acaso? ¿Dan un beso a sus padres
antes de anochecer y luego se divierten en sus sueños?
¿Cómo lloran las esposas de los combatientes en tu tierra?
¿Lloran con esperanza, les nace un arco iris detrás de la tristeza?

¿Se escabullen del tedio y del horror y vuelan lejos
como las mariposas de alas verdes que imaginan el aire?
¿Qué gemidos exhala la tierra humedecida de tu patria?
¿Lo recuerdas Miguel, te asomas más allá de los barrotes?
¿Cómo cantan los pájaros de España? ¿esperan a posarse,
o simplemente en vuelo ejercitan las cuerdas para luego?

 Si tu hijo y el mío se encuentran una tarde aquí en Turquía
o allí, en tu hermosa patria, ¿sabrán por qué no viven ya sus padres?
¿Se abrazarán, Miguel, sin conocerse, porque tira la sangre de poeta?

Buena suerte Miguel, mi hermano en la desdicha y en los sueños.
No olvides referirme la textura que tienen las hojas de los álamos,
los sueños de los niños españoles, las alas verdes de las mariposas,
el canto de los pájaros, y cómo va la historia por la calle.

Cuídate de esa tos que yo me cubro de noche el corazón.


Autor: José Junco Ezquerra. España.

Puesto con fecha 14-03-2010 12:15:33      en el portal de poesía www.poetasdehoy.com por su autor el poeta canario Pepe Junco Ezquerra  quien nos comentó además que el origen de esta carta imaginaria es muy sencillo: “ambos poetas pasaron por las mismas vicisitudes en un tiempo histórico coincidente aunque Hikmet era 8 años mayor. Se me ocurrió pensar que esa carta podría haber sido efectivamente escrita. Salud”.

No cesó tu rayo ni tu aliento

Nos das con tu palabra sin barreras
una canción, tan última o primera
que siendo sangre, verso y canto fuera
conciencia de la patria que abanderas.

Nacida para el luto fue la estampa
de coplas y palabras con tu anhelo;
perito en lunas de tan corto vuelo
que caídas tus alas en la trampa,

sin cordura ni juicio en sus inquinas,
te infringieron oprobios sin piedad;
para el pueblo, Miguel, que fuiste viento

al que el hombre acechó con sus espinas
no pudieron robar tu libertad
pues no cesó tu rayo ni tu aliento.
 


A miguel Hernández (30-10-1910/28-03-1942) en el centenario de su nacimiento.
Autor: Alonso de Molina. España




A continuación tres poemas de Miguel Hernández

Vientos del pueblo

Vientos del pueblo me llevan,
 vientos del pueblo me arrastran,
 me esparcen el corazón
 y me aventan la garganta.
 Los bueyes doblan la frente,
 impotentemente mansa,
 delante de los castigos:
 los leones la levantan
 y al mismo tiempo castigan
 con su clamorosa zarpa.
 No soy de un pueblo de bueyes,
 que soy de un pueblo que embargan
 yacimientos de leones,
 desfiladeros de águilas
 y cordilleras de toros
 con el orgullo en el asta.
 Nunca medraron los bueyes
 en los páramos de España.
 ¿Quién habló de echar un yugo
 sobre el cuello de esta raza?
 ¿Quién ha puesto al huracán
 jamás ni yugos ni trabas,
 ni quién al rayo detuvo
 prisionero en una jaula?
 Asturianos de braveza,
 vascos de piedra blindada,
 valencianos de alegría
 y castellanos de alma,
 labrados como la tierra
 y airosos como las alas;
 andaluces de relámpagos,
 nacidos entre guitarras
 y forjados en los yunques
 torrenciales de las lágrimas;
 extremeños de centeno,
 gallegos de lluvia y calma,
 catalanes de firmeza,
 aragoneses de casta,
 murcianos de dinamita
 frutalmente propagada,
 leoneses, navarros, dueños
 del hambre, el sudor y el hacha,
 reyes de la minería,
 señores de la labranza,
 hombres que entre las raíces,
 como raíces gallardas,
 vais de la vida a la muerte,
 vais de la nada a la nada:
 yugos os quieren poner
 gentes de la hierba mala,
 yugos que habéis de dejar
 rotos sobre sus espaldas.
 Crepúsculo de los bueyes
 está despuntando el alba.
 Los bueyes mueren vestidos
 de humildad y olor de cuadra:
 las águilas, los leones
 y los toros de arrogancia,
 y detrás de ellos, el cielo
 ni se enturbia ni se acaba.
 La agonía de los bueyes
 tiene pequeña la cara,
 la del animal varón
 toda la creación agranda.
 Si me muero, que me muera
 con la cabeza muy alta.
 Muerto y veinte veces muerto,
 la boca contra la grama,
 tendré apretados los dientes
 y decidida la barba.
 Cantando espero a la muerte,
 que hay ruiseñores que cantan
 encima de los fusiles
 y en medio de las batallas.


El niño yuntero

Carne de yugo, ha nacido
 más humillado que bello,
 con el cuello perseguido
 por el yugo para el cuello.
 Nace, como la herramienta,
 a los golpes destinado,
 de una tierra descontenta
 y un insatisfecho arado.
 Entre estiércol puro y vivo
 de vacas, trae a la vida
 un alma color de olivo
 vieja ya y encallecida.
 Empieza a vivir, y empieza
 a morir de punta a punta
 levantando la corteza
 de su madre con la yunta.
 Empieza a sentir, y siente
 la vida como una guerra,
 y a dar fatigosamente
 en los huesos de la tierra.
 Contar sus años no sabe,
 y ya sabe que el sudor
 es una corona grave
 de sal para el labrador.
 Trabaja, y mientras trabaja
 masculinamente serio,
 se unge de lluvia y se alhaja
 de carne de cementerio.
 A fuerza de golpes, fuerte,
 y a fuerza de sol, bruñido,
 con una ambición de muerte
 despedaza un pan reñido.
 Cada nuevo día es
 más raíz, menos criatura,
 que escucha bajo sus pies
 la voz de la sepultura.
 Y como raíz se hunde
 en la tierra lentamente
 para que la tierra inunde
 de paz y panes su frente.
 Me duele este niño hambriento
 como una grandiosa espina,
 y su vivir ceniciento
 revuelve mi alma de encina.
 Lo veo arar los rastrojos,
 y devorar un mendrugo,
 y declarar con los ojos
 que por qué es carne de yugo.
 Me da su arado en el pecho,
 y su vida en la garganta,
 y sufro viendo el barbecho
 tan grande bajo su planta.
 ¿Quién salvará este chiquillo
 menor que un grano de avena?
 ¿De dónde saldrá el martillo
 verdugo de esta cadena?
 Que salga del corazón
 de los hombre jornaleros,
 que antes de ser hombres son
 y han sido niños yunteros.

La  boca
Boca que arrastra mi boca:
boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.
Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.
Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos fúlgidos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.
Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astro que tiene tu boca
enmudecido y cerrado
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.
Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.
¡Cuánta boca enterrada,
sin boca, desenterramos!
Beso en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.
Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.
He de volverte a besar,
he de volver, hundo, caigo,
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.
Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
vida, muerte, amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.


Llegó con tres heridas

Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.
Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.