domingo, 16 de abril de 2017

Efemérides. Kahlil Gibrán


Kahlil Gibrán. Líbano 6 enero 1883 - 10 abril 1931. Familia humilde, segundo de cuatro hermanos.

Kahlil Gibrán, poeta, pintor, novelista y ensayista libanés nacido, en el seno de una familia humilde, segundo de cuatro hermanos, en Bisharri, (Bsharri, Becharre) Líbano, el 6 de enero de 1883 y fallecido el 10 de abril de 1931. Gibran Kahlil también es conocido como el poeta del exilio.  Su muerte se determinó que fue por cirrosis en el hígado y tuberculosis.

Fue, Kahlil Gibrán, uno de los primeros autores que lei. Obras como "El profeta", "El maestro", "El loco"... me acompañaron durante buena parte de mi adolescencia.

Sus obras han sido traducidas a más de veinte idiomas.



Seleccion de poemas


Los Siete Yo (
del libro El Loco)

En la hora más tranquila de la noche,
cuando estaba ya medio dormido, mis siete Yo se sentaron a conversar en voz baja.

Primer YO:
Aquí, en este loco, he vivido todos estos años sin tener otra cosa que hacer sino renovar su dolor durante el día y recrear su tristeza por la noche. No puedo soportar por más tiempo mi destino y me rebelaré.

Segundo YO:
Tu suerte es mejor que la mía, Hermano, porque a mí se me asignó ser el YO alegre de este loco. Yo río su risa y canto sus horas felices y con pies tres veces alados danzo sus más luminosos pensamientos soy yo quien debe rebelarse contra una existencia tan fatigosa.

Tercer YO:
Y qué tendría que decir yo entonces? Yo amoroso, encargado de la antorcha ardiente de pasiones salvajes y fantásticos deseos? Soy yo, el YO enfermo de amor, quien se rebela contra este loco.

Cuarto YO:
Entre todos vosotros, yo soy el más desdichado, porque nada me fue dado sino el abominable odio y el destructivo rencor. Soy yo, el YO tempestuoso, el único nacido en las negras cavernas del infierno quien debería protestar de tener que seguir al servicio de un loco.

Quinto YO:
No, soy yo, el YO pensante, el YO imaginativo, el YO hambriento y sediento, el único condenado a vagar sin descanso en busca de cosas desconocidas y de cosas todavía no creadas. Soy yo y no vosotros el que debe rebelarse.

Sexto YO:
¿Y yo? Soy el yo trabajador, el insignificante obrero que con sus manos pacientes y sus ojos anhelantes transforma los días en imágenes y da a los elementos amorfos formas nuevas y eternas. Soy YO el solitario quien debe rebelarse contra este loco.

Séptimo YO:
Qué extraño es que todos queráis rebelaros contra este hombre por tener cada uno de vosotros un destino determinado que cumplir. ¡Ah, ojala fuera yo como uno de vosotros y tuviera también un YO con un determinado destino! Pero no tengo ninguno.

Soy el YO sin ocupación, el que se sienta en el mudo silencio y vacío espacio que no es espacio y en el tiempo que no es tiempo, mientras vosotros estáis ocupados recreándoos y creando la vida.
 Decidme: ¿Sois vosotros o yo, compañeros, quien debe rebelarse?

Cuando el séptimo YO hubo hablado, los otros seis lo miraron apenados pero no dijeron nada. Y al hacerse la noche más profunda, uno tras otro se fueron a dormir arropados en una nueva y satisfecha resignación.

Pero el séptimo YO permaneció despierto, mirando y atisbando a la “Nada”, que está detrás de todas las cosas…





El amor (del libro El profeta)
Dijo Almitra: Háblanos del Amor.
Y él levantó la cabeza, miró a la gente y una quietud descendió sobre todos. Entonces, dijo con gran voz:
Cuando el amor os llame, seguidlo.
Y cuando su camino sea duro y difícil.
Y cuando sus alas os envuelvan, entregaos. Aunque la espada entre ellas escondida os hiriera.
Y cuando os hable, creed en él. Aunque su voz destroce vuestros sueños, tal cómo el viento norte devasta los jardines.
Porque, así como el amor os corona, así os crucifica.
Así como os acrece, así os poda.
Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras
más tiernas ramas, que se estremecen bajo el sol, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un
abrazo con la tierra.
Como trigo en gavillas él os une a vosotros mismos.
Os desgarra para desnudaros.
Os cierne, para libraros de vuestras coberturas.
Os pulveriza hasta volveros blancos.
Os amasa, hasta que estéis flexibles y dóciles.
Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada
de Dios.
Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón y convertiros,
por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida.
Pero si, en vuestro miedo, buscareis solamente la paz y el placer del amor, entonces, es mejor que cubráis
vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales.
Hacia un mundo sin primaveras donde reiréis, pero no con toda vuestra risa, y lloraréis, pero no con todas
vuestras lágrimas.
El amor no da nada más a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo.
El amor no posee ni es poseído.
Porque el amor es suficiente para el amor.
Cuando améis no debéis decir: «Dios está en mi corazón», sino más bien: «Yo estoy en el corazón de Dios.»
Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso.
El amor no tiene otro deseo que el de realizarse.
Pero, si amáis y debe la necesidad tener deseos, que vuestros deseos sean éstos:
Fundirse y ser como un arroyo que canta su melodía a la noche.
Saber del dolor de la demasiada ternura.

Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor. Y sangrar voluntaria y alegremente.
Despertarse al amanecer con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor.
Descansar al mediodía y meditar el éxtasis de amar.
Volver al hogar con gratitud en el atardecer.
Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios.


EL MATRIMONIO (del libro El profeta)


 
Entonces, Almitra habló otra vez: ¿Qué nos diréis sobre el Matrimonio, Maestro?
Y él respondió, diciendo:
Nacisteis juntos y juntos para siempre.
Estaréis juntos cuando las alas blancas de la muerte esparzan vuestros días.
Sí; estaréis juntos aun en la memoria silenciosa de Dios. Pero dejad que haya espacios en vuestra cercanía.
Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros.
Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura.
Que sea, más bien, un mar movible entre las costas de vuestras almas.
Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una sola copa.
Daos el uno al otro de vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.
Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea independiente.
Las cuerdas de un laúd están solas, aunque tiemblen con la misma música.
Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga.
Porque sólo la mano de la Vida puede contener los corazones.
Y estad juntos, pero no demasiado juntos. Porque los pilares del templo están aparte.
Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble.


LOS NIÑOS (del libro El profeta)
Y una mujer que sostenía un niño contra su seno pidió:
Háblanos de los niños.
Y él dijo:
Vuestros hijos no son hijos vuestros.
Son los hijos y las hijas de la Vida, deseosa de sí misma.
Vienen a través vuestro, pero no vienen de vosotros.
Y, aunque están con vosotros, no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos.
Porque ellos tienen sus propios pensamientos.
Podéis albergar sus cuerpos, pero no sus almas.
Porque sus almas habitan en la casa del mañana que vosotros no podéis visitar, ni siquiera en sueños.
Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no busquéis el hacerlos como vosotros.
Porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer. Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos,
como flechas vivientes, son impulsados hacia delante.
El Arquero ve el blanco en la senda del infinito y os doblega con Su poder para que Su flecha vaya veloz y lejana. Dejad, alegremente, que la mano del Arquero os doblegue. Porque, así como Él ama la flecha que vuela, así ama también el arco, que es estable



LA LIBERTAD (del libro El profeta)
Y un orador dijo: Háblanos de la Libertad.
Y él respondió:
A las puertas de la ciudad y a la lumbre de vuestro hogar yo os he visto postraros y adorar vuestra propia libertad.
Así como los esclavos se humillan ante un tirano y lo alaban aun cuando los mata.
¡Ay! En el jardín del templo y a la sombra de la ciudadela he visto a los más libres de vosotros usar su libertad como un yugo y un dogal.
Y mi corazón sangró en mi pecho porque sólo podéis ser libres cuando aun el deseo de perseguir la libertad sea un arnés para vosotros y cuando dejéis de hablar de la libertad como una meta y una realización.
Seréis, en verdad, libres, no cuando vuestros días estén libres de cuidado ni vuestras noches de necesidad y pena. Sino, más bien, cuando esas cosas rodeen vuestra vida y, sin embargo, os elevéis sobre ellas desnudos y sin ataduras. Y, ¿cómo os elevaréis más allá de vuestros días y vuestras noches a menos que rompáis las cadenas que, en el amanecer de vuestro entendimiento, atasteis alrededor de vuestro mediodía?

En verdad, eso que llamáis libertad es la más fuerte de esas cadenas, a pesar de que sus eslabones brillen al sol y deslumbren vuestros ojos.
¿Y qué sino fragmentos de vuestro propio yo desecharéis para poder ser libres?
Si es una ley injusta la que deseáis abolir, esa ley fue escrita con vuestra propia mano sobre vuestra propia frente.
No podéis borrarla quemando vuestros Códigos ni lavando la frente de vuestros jueces, aunque vaciéis el mar sobre ella.
Y, si es un déspota el que queréis destronar, ved primero que su trono, erigido dentro de vosotros, sea destruido.
Porque, ¿cómo puede un tirano mandar a los libres y a los dignos sino a través de una tiranía en su propia libertad y una vergüenza en su propio orgullo?
Y si es una pena lo que queréis desechar, esa pena fue escogida por vosotros más que impuesta a vosotros.
Y si es un miedo el que queréis disipar, la sede de ese miedo está en vuestro corazón y no en la mano del ser temido. En verdad, todas las cosas se mueven en vosotros como luces y sombras apareadas.
Y, cuando la sombra se desvanece y no existe más, la luz que queda se convierte en sombra en otra luz.
Y, así, vuestra libertad, cuando pierde sus grillos, se convierte ella misma en el grillo de una libertad mayor.

---Derrota (Khalil Gibran)

Derrota, mi derrota, mi soledad y mi aislamiento:
 para mí eres más valiosa que mil triunfos,
 y más dulce para mi corazón que toda la gloria
 mundanal.
 Derrota, mi derrota, mi conocimiento de mí mismo
 y mi desafío,
 tú me has enseñado que aún soy joven y de pies ligeros.
 Ya no me dejaré engañar por laureles vanos.
 Y en tí he hallado la dicha de estar solo.
 Y la alegría de ser alejado y despreciado.
 Derrota, mi derrota, mi fulgurante espada y mi
 escudo:
 que ser entronizado es ser esclavizado.
 Y que ser comprendido es ser derribado
 Y que ser apresado es llegar a la propia madurez.
 Y como un fruto maduro, caer y ser objeto de
 consumo.
 Derrota, mi derrota, mi audaz compañera:
 oirás mis cantos, mis gritos y silencios
 y nadie más que tú me hablará del batir de las alas,
 de la impetuosidad de los mares
 y de las montañas que arden en la noche,
 y sólo tú escalarás mi inclinada y rocosa alma.
 Derrota, mi derrota, mi valor indómito, inmortal,
 tú y yo reiremos juntos con la tormenta,
 y juntos cavaremos tumbas para todo lo que muere en nosotros,
 y hemos de erguirnos al sol, como una sola
 voluntad, y seremos peligrosos.




Bibliografía:
La música (1905)
Alas rotas (1912)
Lágrimas y sonrisas (1914)
La procesión (1918)
El loco (1918)
Los cortejos (1919).
La tempestad (Entre noche y día) (1920)
El profeta (1923)
Maravillas y curiosidades (1923).
Lázaro y su amada (1925)
Arena y espuma (1926)
Jesús, el Hijo del Hombre (1928)
El precursor (1929)
Los dioses de la tierra (1931)
Entre noche y día
El jardín del Profeta
El maestro
La voz del maestro

Obras póstumas:
El vagabundo (1932)
Ninfas del valle (1948)
La voz del maestro (1959)
Pensamientos y meditaciones (1961)
Dichos espirituales (1963)
Autorretrato (1960)


viernes, 7 de abril de 2017

Recomendaciones


Aléjate pronto

No te permitas
Saborear el aroma de quien te da la mano

Enrolla tu lengua
Guarda cada palabra
En el umbral de la vida todo pasa
Incluso tú y tus palabras




martes, 4 de abril de 2017

Se cumplió mi ciclo




Se cumplió mi ciclo
nada es suficientemente válido
como para ligarse a un espacio
que se queda con mi sangre
y evidencia mis desgracias.



Los sonidos ahogan las imágenes
la ciudad habla de ti a tus espaldas
no la escuches
podría condenarte a vivir con sus quejidos



El tiempo avanza y yo debo marcharme
El lugar?
El recuerdo de un desmemoriado

Espacio perfecto para convertirse en sueño.



(Del Libro Por el Agujero que se filtran las vivencias)
Dora Isabel Berdugo Iriarte (Surika)

sábado, 1 de abril de 2017

Mereces un amor que te quiera despeinada





Mereces un amor que te quiera despeinada,
con todo y las razones que te levantan de prisa,
con todo y los demonios que no te dejan dormir.

Mereces un amor que te haga sentir segura,
que pueda comerse al mundo si camina de tu mano,
que sienta que tus abrazos van perfectos con su piel.

Mereces un amor que quiera bailar contigo,
que visite el paraíso cada vez que mira tus ojos,
y que no se aburra nunca de leer tus expresiones.

Mereces un amor que te escuche cuando cantas,
que te apoye en tus ridículos,
que respete que eres libre,
que te acompañe en tu vuelo,
que no le asuste caer.

Mereces un amor que se lleve las mentiras,
que te traiga la ilusión,
el café y la poesía.
 

Frida Kahlo

.
Breve reseña biográfica

Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón

Coyoacán, 6 de julio de 1907-Ib., 13 de julio de 1954.

 Pintora mexicana. Aunque se movió en el ambiente de los grandes muralistas mexicanos de su tiempo y compartió sus ideales, Frida Kahlo creó una pintura absolutamente personal, ingenua y profundamente metafórica al mismo tiempo, derivada de su exaltada sensibilidad y de varios acontecimientos que marcaron su vida.
 

domingo, 26 de marzo de 2017

Miguel Hernández, en el 75 aniverario de su muerte



El 28 de marzo, se cumplió el 75 aniversario de la muerte del poeta Miguel Hernández en la cárcel franquista de Alicante.
 

Miguel Hernández Gilabert nació un 30 de octubre de 1910 en Orihuela, en el lecho de una familia humilde en la que la necesidad laboral apenas dejaba tiempo para la educación. Pero eso no impidió a Miguel desarrollar un exquisito gusto por la poesía clásica española.
 
Un fatídico día 28 de marzo, Miguel Hernández fallecería a la edad de 32 años en Alicante. Corría el año 1942, y España se quedaba sin uno de los mejores dramaturgos de su historia.
 
Desde jovencito, Miguel mostró no sólo una insaciable pasión por la poesía clásica, si no también una sensibilidad especial para ser él mismo quien la compusiera. Pronto empieza a formar parte de la tertulia literaria de Orihuela, donde conoce a Ramón Sijé, de quien se haría gran amigo.
 
A partir de 1930, a la edad de 20 años, empieza a publicar pequeñas poesías cortas en revistas como El pueblo de Orihuela o El Día de Alicante. Pronto busca ampliar sus horizontes y viaja a Madrid, donde se zambullirá de pleno en el movimiento poético de la época. Es en aquellos años cuando escribe Perito en Lunas, donde refleja sus experiencias.

Establecido en Madrid, con continuas colaboraciones en distintas revistas, Miguel Hernández encuentra tiempo para escribir varias obras, entre las que destacan El silbo vulnerable, Imagen de tu huella y El rayo que no cesa.
Cuando estalla la Guerra Civil, Miguel decide tomar parte activa de la misma, lo que le obliga a abandonar el país cuando ésta termina. Por desgracia es descubierto en la frontera con Portugal, donde es detenido y sentenciado a pena de muerte. Y, aunque su condena fue conmutada por una pena de 30 años de prisión, jamás llegó a cumplirla, ya que la tuberculosis acabó con el poeta el 28 de marzo de 1942 en una fría prisión de Alicante.
 

Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!
 

Pablo Neruda




CARTA IMAGINADA DE NAZIM HIKMET, EL TURCO, A MIGUEL HERNÁNDEZ, EL ESPAÑOL.
 
Camarada Miguel: ¿Qué bálsamo desprenden los álamos de España?
¿Cuál es la dimensión de sus raíces?, ¿Te deja sin resuello su fragancia?
¿Cómo es la historia en las calles de España? ¿Se presume, Miguel?
¿Puede uno comprenderla cuando pasea al mediodía?

Y los niños, Miguel, ¿sonríen acaso? ¿Dan un beso a sus padres
antes de anochecer y luego se divierten en sus sueños?
¿Cómo lloran las esposas de los combatientes en tu tierra?
¿Lloran con esperanza, les nace un arco iris detrás de la tristeza?

¿Se escabullen del tedio y del horror y vuelan lejos
como las mariposas de alas verdes que imaginan el aire?
¿Qué gemidos exhala la tierra humedecida de tu patria?
¿Lo recuerdas Miguel, te asomas más allá de los barrotes?
¿Cómo cantan los pájaros de España? ¿esperan a posarse,
o simplemente en vuelo ejercitan las cuerdas para luego?

 Si tu hijo y el mío se encuentran una tarde aquí en Turquía
o allí, en tu hermosa patria, ¿sabrán por qué no viven ya sus padres?
¿Se abrazarán, Miguel, sin conocerse, porque tira la sangre de poeta?

Buena suerte Miguel, mi hermano en la desdicha y en los sueños.
No olvides referirme la textura que tienen las hojas de los álamos,
los sueños de los niños españoles, las alas verdes de las mariposas,
el canto de los pájaros, y cómo va la historia por la calle.

Cuídate de esa tos que yo me cubro de noche el corazón.


Autor: José Junco Ezquerra. España.

Puesto con fecha 14-03-2010 12:15:33      en el portal de poesía www.poetasdehoy.com por su autor el poeta canario Pepe Junco Ezquerra  quien nos comentó además que el origen de esta carta imaginaria es muy sencillo: “ambos poetas pasaron por las mismas vicisitudes en un tiempo histórico coincidente aunque Hikmet era 8 años mayor. Se me ocurrió pensar que esa carta podría haber sido efectivamente escrita. Salud”.

No cesó tu rayo ni tu aliento

Nos das con tu palabra sin barreras
una canción, tan última o primera
que siendo sangre, verso y canto fuera
conciencia de la patria que abanderas.

Nacida para el luto fue la estampa
de coplas y palabras con tu anhelo;
perito en lunas de tan corto vuelo
que caídas tus alas en la trampa,

sin cordura ni juicio en sus inquinas,
te infringieron oprobios sin piedad;
para el pueblo, Miguel, que fuiste viento

al que el hombre acechó con sus espinas
no pudieron robar tu libertad
pues no cesó tu rayo ni tu aliento.
 


A miguel Hernández (30-10-1910/28-03-1942) en el centenario de su nacimiento.
Autor: Alonso de Molina. España




A continuación tres poemas de Miguel Hernández

Vientos del pueblo

Vientos del pueblo me llevan,
 vientos del pueblo me arrastran,
 me esparcen el corazón
 y me aventan la garganta.
 Los bueyes doblan la frente,
 impotentemente mansa,
 delante de los castigos:
 los leones la levantan
 y al mismo tiempo castigan
 con su clamorosa zarpa.
 No soy de un pueblo de bueyes,
 que soy de un pueblo que embargan
 yacimientos de leones,
 desfiladeros de águilas
 y cordilleras de toros
 con el orgullo en el asta.
 Nunca medraron los bueyes
 en los páramos de España.
 ¿Quién habló de echar un yugo
 sobre el cuello de esta raza?
 ¿Quién ha puesto al huracán
 jamás ni yugos ni trabas,
 ni quién al rayo detuvo
 prisionero en una jaula?
 Asturianos de braveza,
 vascos de piedra blindada,
 valencianos de alegría
 y castellanos de alma,
 labrados como la tierra
 y airosos como las alas;
 andaluces de relámpagos,
 nacidos entre guitarras
 y forjados en los yunques
 torrenciales de las lágrimas;
 extremeños de centeno,
 gallegos de lluvia y calma,
 catalanes de firmeza,
 aragoneses de casta,
 murcianos de dinamita
 frutalmente propagada,
 leoneses, navarros, dueños
 del hambre, el sudor y el hacha,
 reyes de la minería,
 señores de la labranza,
 hombres que entre las raíces,
 como raíces gallardas,
 vais de la vida a la muerte,
 vais de la nada a la nada:
 yugos os quieren poner
 gentes de la hierba mala,
 yugos que habéis de dejar
 rotos sobre sus espaldas.
 Crepúsculo de los bueyes
 está despuntando el alba.
 Los bueyes mueren vestidos
 de humildad y olor de cuadra:
 las águilas, los leones
 y los toros de arrogancia,
 y detrás de ellos, el cielo
 ni se enturbia ni se acaba.
 La agonía de los bueyes
 tiene pequeña la cara,
 la del animal varón
 toda la creación agranda.
 Si me muero, que me muera
 con la cabeza muy alta.
 Muerto y veinte veces muerto,
 la boca contra la grama,
 tendré apretados los dientes
 y decidida la barba.
 Cantando espero a la muerte,
 que hay ruiseñores que cantan
 encima de los fusiles
 y en medio de las batallas.


El niño yuntero

Carne de yugo, ha nacido
 más humillado que bello,
 con el cuello perseguido
 por el yugo para el cuello.
 Nace, como la herramienta,
 a los golpes destinado,
 de una tierra descontenta
 y un insatisfecho arado.
 Entre estiércol puro y vivo
 de vacas, trae a la vida
 un alma color de olivo
 vieja ya y encallecida.
 Empieza a vivir, y empieza
 a morir de punta a punta
 levantando la corteza
 de su madre con la yunta.
 Empieza a sentir, y siente
 la vida como una guerra,
 y a dar fatigosamente
 en los huesos de la tierra.
 Contar sus años no sabe,
 y ya sabe que el sudor
 es una corona grave
 de sal para el labrador.
 Trabaja, y mientras trabaja
 masculinamente serio,
 se unge de lluvia y se alhaja
 de carne de cementerio.
 A fuerza de golpes, fuerte,
 y a fuerza de sol, bruñido,
 con una ambición de muerte
 despedaza un pan reñido.
 Cada nuevo día es
 más raíz, menos criatura,
 que escucha bajo sus pies
 la voz de la sepultura.
 Y como raíz se hunde
 en la tierra lentamente
 para que la tierra inunde
 de paz y panes su frente.
 Me duele este niño hambriento
 como una grandiosa espina,
 y su vivir ceniciento
 revuelve mi alma de encina.
 Lo veo arar los rastrojos,
 y devorar un mendrugo,
 y declarar con los ojos
 que por qué es carne de yugo.
 Me da su arado en el pecho,
 y su vida en la garganta,
 y sufro viendo el barbecho
 tan grande bajo su planta.
 ¿Quién salvará este chiquillo
 menor que un grano de avena?
 ¿De dónde saldrá el martillo
 verdugo de esta cadena?
 Que salga del corazón
 de los hombre jornaleros,
 que antes de ser hombres son
 y han sido niños yunteros.

La  boca
Boca que arrastra mi boca:
boca que me has arrastrado:
boca que vienes de lejos
a iluminarme de rayos.
Alba que das a mis noches
un resplandor rojo y blanco.
Boca poblada de bocas:
pájaro lleno de pájaros.
Canción que vuelve las alas
hacia arriba y hacia abajo.
Muerte reducida a besos,
a sed de morir despacio,
das a la grama sangrante
dos fúlgidos aletazos.
El labio de arriba el cielo
y la tierra el otro labio.
Beso que rueda en la sombra:
beso que viene rodando
desde el primer cementerio
hasta los últimos astros.
Astro que tiene tu boca
enmudecido y cerrado
hasta que un roce celeste
hace que vibren sus párpados.
Beso que va a un porvenir
de muchachas y muchachos,
que no dejarán desiertos
ni las calles ni los campos.
¡Cuánta boca enterrada,
sin boca, desenterramos!
Beso en tu boca por ellos,
brindo en tu boca por tantos
que cayeron sobre el vino
de los amorosos vasos.
Hoy son recuerdos, recuerdos,
besos distantes y amargos.
Hundo en tu boca mi vida,
oigo rumores de espacios,
y el infinito parece
que sobre mí se ha volcado.
He de volverte a besar,
he de volver, hundo, caigo,
mientras descienden los siglos
hacia los hondos barrancos
como una febril nevada
de besos y enamorados.
Boca que desenterraste
el amanecer más claro
con tu lengua. Tres palabras,
tres fuegos has heredado:
vida, muerte, amor. Ahí quedan
escritos sobre tus labios.


Llegó con tres heridas

Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.
Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.

 


sábado, 25 de marzo de 2017

By the River of Babylon. Por Ismael Lorenzo


 
By the Rivers of Babylon... Una maravillosa canción que escuchaba a menudo en la radio, allá por 1978, en aquella ciudad olvidada de la mano de Dios y que siempre me traía esperanza de que algún día saldría de allí.




Años después, ya estando en New York, caminaba un día por Broadway, más allá de Times Square, hacia el bajo Manhattan, entre cines pornos y tiendas de ropa barata, vi una tienda discográfica y decidí entrar. Mientras repasaba mi vista por una infinidad de inmensos long plays, descubrí el disco de los Boney M, By the rivers of Babylon, fue la primera vez que veía a los integrantes del grupo jamaiquino, sólo los había podido escuchar, pues sus videos no estaban permitidos en la isla, por no sé qué razón, quizás por ese bote de velas que se muestra en el video, alejándose veloz de una playa rumbo norte ... Compré el disco bastante feliz y salí hacia una estación de subway cercana, eran menos de las siete de la tarde, pero el sol ya había desaparecido y el frío se sentía.
Al pasar junto a un estanquillo de revistas y p

eriódicos de todo el mundo, oí que alguien me llamaba con voz cantarina, cuando miré, era Reinaldo Arenas. Nos pusimos a hablar y le dije que en un par de semanas me iba para California, donde había conseguido un trabajo de profesor, y me invitó entonces a cenar en un pequeño restaurante chino no muy distante. Cuando entramos, estaban allí cenando Alberto Guigou y Peter Bloch, siempre amables nos invitaron a sentarnos con ellos. Reinaldo nos dijo que venía del New York Times, donde le había dejado una carta de protesta al director por un artículo alabatorio de Castro. El New York Times siempre había tenido una gran admiración por el dictador y había sido uno de sus mejores propagandistas, aun desde los tiempos en las montañas de la Sierra Maestra. Servando González, un historiador bastante original y humorista, en uno de sus libros pone el “motto” de los clasificados del periódico, en boca del dictador: “I got my job through the New York Times”.
 


Mientras comíamos una hirviente sopa china, Peter Bloch, cuyo padre había muerto en uno de los campos de concentración nazi, su madre estuvo en uno de ellos hasta el final de la II Guerra Mundial y él mismo había tenido que huir a Francia, luego a Suiza, perseguido de cerca por los nazis y era visceralmente antitotalitario, nos explicó que los liberales estadounidenses se negaban a aceptar que las dictaduras de izquierda fueran tan terribles como las de Hitler y Mussolini. Admiraron a Stalin y ahora admiraban a Castro. Alberto Guigou, el atildado Gu, agregó sentencioso que el ciego que se niega a ver, nunca verá. Así seguimos hablando, terminamos de cenar, cada uno pagó su parte y al salir ya había caído la noche y el frío se había hecho molesto. Nos despedimos y cada cual cogió su rumbo, yo con mi preciado disco de los Boney M apretado contra mi abrigo, no lo sabía, pero era la última vez que vería a Reinaldo Arenas. Tres años después, viviendo en California, recibiría la noticia de la muerte de Reinaldo.
 
De esto hace algo más de veinte años, Alberto Guigou y Peter Bloch, buenos amigos y dedicados intelectuales, ya sólo viven en mi recuerdo y aquel disco de los Boney M lo perdí en una de mis muchas mudadas, pero hoy a cada rato los oigo por medio de la magia inextinguible de YouTube. En este largo tiempo transcurrido, algunas cosas han cambiado y otras no. Hace poco, leyendo una revista con un pomposo título de política exterior, veo que había lanzado una encuesta para elegir a los 50 intelectuales más influyentes de iberoamérica, entre ellos situaban a Castro.
 
Para quienes dirigen esa revista, perseguir, reprimir y encarcelar a intelectuales, convierte al que lo hace en intelectual, los victimarios junto con las víctimas, provistos de una licencia 00 de impunidad. En medio siglo, los hilos de la historia se pierden o más bien los esconden. Hay una nueva generación que no ha oído hablar quizás de la siniestra fortaleza La Cabaña, ni de los miles de fusilados allí y de cárceles repletas por el sólo delito de hablar o escribir. Es comprensible que en nuestra fácil vida moderna se prefieran otros temas, pero cuando se publica algo así, sólo con una profunda carencia de profesionalidad, ignorancia histórica y exceso de cannabis en las noches, se puede calificar a un deteriorado y escondido dictador, como un intelectual influyente. Desde Reinaldo Arenas hasta Guillermo Cabrera Infante, muchos deben de haber temblado de ira en sus tumbas.
 
Ya en los comienzos de nuestra prodigiosa literatura occidental, en la aún actual Odisea, Homero, con esa sutil sabiduría que ha hecho llegar su obra hasta nuestros días, nos advertía contra los serios peligros de los cantos de sirena. Quienes los escuchan, pueden que no regresen nunca a la realidad y carentes de visión, perezcan ahogados.
 


By the rivers of Babylon, there we sat down...
When the wicked
Carried us away in captivity
Required from us a song

Now how shall we sing the lord's song in a strange land...

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Ismael Lorenzo, es autor de siete novelas, entre ellas “La Hostería del Tesoro”, “Matías Pérez entre los locos” y “Matías Pérez regresa a casa”, "Matías Pérez en los días de invierno', y  de 'Soy Feliptio', también del libro testimonial 'El silencio de los 12', 'Detrás de la pantalla, los peligros de acosos online', y del libro de ensayos,'De viaje por la literatura y el cine'
 

viernes, 24 de marzo de 2017

Reseña. Son Aymará. Alfonso Berlanga. Por Alonso de Molina



 
¡Obrajes, Calacoto, Cota Cota! / ¡Miraflores, Irpavi, Archumani!
Son Aymara. Poemario de Alfonso Berlanga
 
Pues sí, ya sé que las 16:10 no son horas de desayunar, pero la culpa de mi insomnio la tiene Alfonso Berlanga. Anoche no pude conciliar el sueño hasta pasadas las 04:00, tenía en mis manos su libro SON AYMARA que desde el miércoles, en la presentación del mismo, ya me estaba haciendo guiños. Así que me he levantado sonámbulo, tal vez por eso lo primero que he hecho esta mañana -este mediodía para ser exacto-  ha sido aviar a los gatos, concretamente gatas, les he lavado el cuenco de cristal del agua y el otro cuenco de acero para el alimento dietético para gatos  de la marca que recomienda el veterinario, un jamón pata negra saldría más barato, pero son mis gatas, me acompañan cuando escribo o leo y son las últimas en retirarse cuando me afano tocando la guitarra.
 
Había pasado la ventolera tarde de ayer con picor de ojos, el levante insiste con la persistencia de un inmigrante en la valla fronteriza de Beni Hassan, Melilla. Preparo té verde, prendo un sándalo, la calma va entrándome poco a poco, me estiro tomando asiento en el chaise longue, impaciente, como mis dos gatas que miran al techo con los ojos muy abiertos,  el libro de Berlanga, en sus páginas finales, persiste insinuándoseme con insolencia cartesiana, estiro un brazo para prender el portátil, con picor de ojos y todavía soñoliento a estas horas en que la primavera se acerca al galope y el viento de levante sopla tenaz a velocidades que harían saltar los radares de tráfico.
 
Son Aymara
 
El epicentro del poemario es precisamente el poema Tiahuanaku donde al final de cada estrofa, como una ardua letanía, repite “son aymará, son aymará”, título del libro.
 
Tiahuanaku descansa dormido en la distancia, / sus huidizos lebreles deambulan desolados, /  los lares insepultos corean sus enigmas / los hijos y mujeres recuentan las estrellas. / Una paz indolente se mueve en los caminos, / el pasado rezuma de astros relucientes, / de destinos perdidos y fuegos recobrados / que en la noche destila la sangre derramada / y la sombra de un tiempo callado para siempre. / Son aymará, son aymará.
 
 Tiahuanaku es una antigua ciudad arqueológica ubicada en La Paz, Bolivia, muy cerca del lago Titicaca al que también Alfonso Berlanga dedica un poema:
 
Azul profundo te muestras a mis ojos / mágico mar herrado en tus alturas… Eres grandioso, omnipresente, vivo,… el tiempo que me das, tu tiempo herido.
 
 
A través del libro de poemas Son aymara, de Alfonso Berlanga, he paseado las calles de Bolivia, hablado con sus gentes, me he sentado a la mesa con las familias, he compartido los recelos, preocupaciones, miedos e inquietudes del pueblo bolivariano, sus fiestas y folclore, sus gestas del día a día, he viajado en bus:
 
¡Obrajes, Calacoto, Cota Cota! / ¡Miraflores, Irpavi, Archumani! / voceros en minibús, medio cuerpo en cabestrillo, / pregonan su mercancía a los viandantes, / infernal ruido, gasolinazo en el aire / festejo multiforme de carreras encendidas / y gentes que se apiñan en butacas de trapo.
 
Este poema, me recordó algunos periplos en Quito, Ecuador, donde en cada parada de transporte público, popularmente  “el trole” suben y bajan vocingleros y mercachifles a ofrecerte un desmedido arsenal de productos insólitos.
 
 
La estructura del poemario son versos dilatados, de métrica generosa con base heptasilábica y sus cercanos endecasílabos y alejandrinos, formato en que discurre una gran parte del poemario. En el segundo capítulo del libro, dedicado a la familia, Berlanga exhibe su maestría con los versos alejandrinos a través del único soneto de todo el poemario. “El primogénito”: Rutilante y altivo, aymará pretensioso, / astuto, caprichoso, enigmático, simple, / profundo en su mirada, en sus ojos de almizcle, / autoritario siempre, callado y perezoso.
 
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En definitiva un libro para conocer e incluso comprender la idiosincrasia de todo un pueblo a través de la  mirada poética de un experimentado poeta poeta que nos muestra con maestría los lugares, las tradiciones y costumbres peculiares enraizadas en el canto, la música,  la danza; el día a día, el arraigo familiar,  la gastronomía, la forma de vestir,  el modo de hablar y comportarse del pueblo de Bolivia.
 
 
Mientras escribo estas letras,  escucho de fondo a Sabina, él dice que lo niega todo, y lo afirma con talento y solera, yo mismo, como Sabina, también lo niego todo porque aún no estoy convencido de nada!
 
Vuestro en la poesía
 
Alonso de Molina

Reseña. Cafeína para insomnios promiscuos. Amaia Barrena, por Alonso de Molina



"Esto me sucede por haberte besado por encima de mis posibilidades"

Escucho a B.B. King. La tarde está en calma, apenas alguna suave brisa que tan dócil se puede tocar con el rostro de frente sin que pestañeen los ojos; breves ráfagas de aire que -aun viniendo sin nombre- sé que se dirigen a mí. Sientan bien a estas horas en que el calor del último día de julio parece darnos tregua y permite el acomodo en la terraza. Bebo té. Una mezcla de té verde, té jazmín y yerbabuena recién cortada. En la mesa varios libros de la última redada –Javier Arnáiz, Julián Borao, Óscar Alberdi, sí, también el recordado Oscar, y Amaia Barrena-. Tengo que decidirme por alguno. Son cuatro libros de poemas y me están mirando, yo también los observo mientras escancio un primer vaso de té desde una altura suficiente como para que coja oxígeno y potencie su sabor.  Bebo un primer sorbo en  tanto me hago la pregunta de siempre, – ¿qué puedo esperar de un poema, de un libro de poemas? – ¿Acaso sonreír, pasar un rato agradable, los tópicos de siempre, tal vez emocionarme…? De momento esto es lo que hay, unos textos, un puñado de poemas, un firme para respirar –supongo-  y de alguna manera nos curte y nos recuerda que seguimos siendo humanos, demasiado humanos, con sus emociones, sus dudas, sus debilidades, sus virtudes y sus miedos.
 Sin mirar al montón de libros que aguardan sobre la mesa, estiro el brazo derecho, mientras el izquierdo asciende nuevamente dirigiendo el vaso de té a mi boca, y cojo uno de ellos, el azar ha querido que sea el de la jovencísima Amaia Barrena.

 CAFEINA PARA INSOMNIOS PROMISCUOS. El título ya es suficientemente sugerente como para entrar sin llamar. Las letras, los versos de Amaia Barrena me reciben de buen grado. Leo el prólogo y conforme avanzo entre las páginas parece que el libro va creciéndose a la vez que mi interés por leerlo de principio a fin. 
 Antes de seguir debo decir que soy una de las personas afortunadas que ha recibido CAFEINA PARA INSOMNIOS PROMISCUOS firmado y dedicado por la propia autora. Y antes de seguir mi reseña, debo decir además que a los pocos minutos de despedirme de Amaia ya empezaba a extrañarla.
 La poesía de Amaia Barrena está surtida de figuras alegóricas, imágenes y metáforas que se apoyan unas con otras para crear estrofa tras estrofa un mundo donde la sensualidad, el erotismo y el amor, es mostrado a través de un lenguaje fresco, campechano, directo, pero a la vez antagónico, con toda la fuerza, las dudas y la  disconformidad propia de la juventud de la autora. El amor como actitud ante la vida, como una apuesta al todo o nada: “llevo tantas copas encima que no me caben en el lavavajillas, que colgarme de un árbol sin banqueta habría sido menos estúpido y más productivo que colgarme de ti”.
 Su lenguaje es urbano, coloquial, lleno de matices, algo irónico, sarcástico: “ soy el tornillo que te falta para comprender cuánto necesitas un amor pasado de rosca”.
 Amaia Barrena, escribe desde la perspectiva de sus años, es poesía libre, pero no pierde ritmo ni interés la lectura de sus versos, sabe conjugar los tiempos y mantener en vilo al lector: “por fortuna para mí, mi pie derecho se ha quedado sordo y se niega, dado su estado, a seguir bailándote el agua al segundo paso de vino, a ofrecer mis labios tras el tercero como un sólido aceite con el que engrasar las húmedas bisagras de tus piernas”.
 Es además ingeniosa y divertida sin dejar de ser poesía lo que escribe: “No encuentro el bar con la barra de pegamento apropiada para suturarme el ánimo roto”, o “crees que podríamos construir juntos el metálico esqueleto de un monopatín y darle esta vez a nuestro amor paralítico la oportunidad de ir sobre ruedas”. Nos lleva verso a verso, Amaia Barrena con su lenguaje intenso a conclusiones como esta: “Sí, me merezco esta crisis nerviosa. Esto me sucede por haberte besado por encima de mis posibilidades”.
 Prosigue Amaia Barrena con un repertorio algo inusual en poesía, mezclando versos con ibuprofenos, vitrocerámicas, Chupa Chups, dietas celíacas, tallas, Ikea… y todo este desvarío por un tropieza con la cafeína para insomnios promiscuos: “Me gusta tenerte en la punta de la lengua, pronunciarte sin preservativos. / Lástima que ya vuelva a ser viernes, ahora que no recordaba que no me quieres como te quiero. / ”el mundo es un pañuelo de papel que a cambio de un beso tú me vendes en cada semáforo en que nos detenemos”.
Vuestro en la poesía
©Alonso de Molina